Calidoscopio literario. Calidoscopio de emociones.

Escuchar. Aprender a ver. Encontrar una voz. Escribir.


"Aprender graba en nosotros los recuerdos. En la niñez, el aprendizaje lo conforman los momentos: no se trata de algo continuado, sino que late con un impulso propio." (p. 29)


Me desvío del camino. Veo algo circular. Me acerco. Un pasadizo. Al fondo, brillantes colores forman figuras diferentes cada vez. Me adentro. Lo recorro. Leer La palabra heredada ha sido ese asomarse y recorrer un maravilloso pasadizo, inundado de luz, con figuras que forman lecturas, títulos, momentos, amor por los libros y la escritura.

La palabra heredada recoge tres conferencias que Eudora Welty pronuncia, en abril de 1983,  en la Universidad de Harvard. Conferencias que giran en torno a una infancia inmersa en lecturas y viajes, a través de las que reflexiona acerca de cómo los diferentes miembros de su familia -con especial atención a las  figuras paterna y materna- han influido en su vida, en su forma de ser, de ver el mundo, y también en su escritura. De su padre heredó la capacidad  "para entender de manera intensa, y casi en primer lugar, todo lo relacionado con la cronología." De su madre "...una intensa sensibilidad meteorológica." Los libros son una parte fundamental e indisoluble de su infancia –a los cinco años ya sabía leer-. Se adentró en la biblioteca familiar "a medida que alcanzaba a cogerla, estante por estante, de abajo a arriba." Su padre y su madre eran grandes lectores: "A mi padre y a mi madre debo mi temprano conocimiento del muy querido Mark Twain."

"Recibí como regalo, desde que alcanzo a recordar, libros de toda especie; libros que aparecían en mi cumpleaños y por Navidad." (p. 26)

La idea de un atril en casa, con un diccionario abierto, de forma permanente, me ha parecido fascinante.

"...contábamos con las mesas de las enciclopedias y el atril en que descansaba el diccionario, junto a las ventanas del comedor"

Una infancia que, todo hay que decirlo, transcurre-o es visualizada por la autora- en una especie de burbuja exenta de implicaciones históricas. Y quizás esa sea la crítica que puede hacérsele a esta lectura. Transcurre en el pasadizo, un lugar alternativo a la realidad, un lugar llamado literatura.

"Desde la primera vez  que me leyeron, y desde que empecé a leer por mí misma, jamás ha existido un solo renglón que no haya oído. A medida que recorría la frase con los ojos, una voz me la susurraba en silencio." (p. 32)

Con seis o siete años, un soplo en el corazón le apartó de la escuela, obligándola a permanecer varios meses en cama. "Sentía nostalgia de la escuela; mi madre, aún así, se las arregló para sacar tiempo para enseñarme aritmética y comprobar mis progresos en ortografía." La enfermedad sobrevenida en la infancia, como circunstancia que acerca o ahonda en las lecturas, es un hecho presente en la vida de algunos escritores y escritoras.

Otras personas también influyeron en ella. Su abuelo materno Ned, por ejemplo, una persona que ella describe, desde la infancia, como muy interesante, con fama de buen orador. “Estudió en el Trinity College (y después en la Universidad de Duke), y allí organizó una tertulia literaria. Trabajó como fotógrafo y periodista en Norfolk, Virginia, y luego en Virginia Occidental, en donde se marchó en busca de aventuras. Allí se convirtió en abogado.” Posteriormente, con los años, se fue dando cuenta de otros aspectos suyos, ciertos “defectos humanos, imperdonables en los demás” que la madre “contemplaba en él con indulgencia y ternura”, como por ejemplo su afición a la bebida.
Se entremezcla en estos relatos la estupenda relación con su hermano, a quien señala como su ‘alma gemela’, con quien comparte complicidades y su amor por la lectura.

Leyendo La palabra heredada te das cuenta de que la obra de Eudora Welty bebe de su infancia. No sólo por las lecturas y los viajes, también por determinados personajes que dejaron huella en ella como, por ejemplo, las docentes. Las dos docentes que recuerda en esta novela, Miss Duling y Mrs.McWillie,  son auténticos personajes de novela -de terror, diría-, a los que ella supo darles una deriva literaria. En este sentido, Eudora nos comenta: "...miss Duling, bajo algún disfraz ficticio, se ha colado en una parte considerable de mi obra, en mayor medida en ocasiones de lo que yo hubiera pensado jamás. Su figura emerge en casi todos mis personajes consagrados a la enseñanza, que no son pocos." (Pág.52). Son profesoras, y no profesores, claro está, una profesión feminizada ya entonces (la madre, la vecina de la madre…).  Y, también en su obra, es recurrente el tema de los cortejos: "Ante una cabalgata me embarga cierta sensación tramposa: por la anécdota de aquel niño enfermo ante el que modificaron el recorrido del circo debido a su enfermedad, y luego el niño murió y los niños y  niñas sintieron como un engaño ante la envidia que sintieron.”

Eudora Welty también nos descubre vivencias sexistas como, por ejemplo, la obligación de las niñas de cuidar de los bebés, aunque no fueran más que eso: niñas, o los juguetes que se asignaban a uno u otro sexo.

"Desde las primeras Navidades. Santa Claus nos obsequiaba con juguetes que sirvieran para educar a los niños y a las niñas (por separado) en la construcción de objetos" 

Literatura y viajes se entremezclaban formando una amalgama de relatos imaginarios. "Los viajes constituían un todo en sí mismos: eran auténticos relatos. No sólo por su carácter formal, sino por el modo en que emprendían determinada dirección predeterminada. " Vivía los viajes como un aprendizaje, "...con el paso del tiempo pude volver sobre ellos y comprobar cómo iba recibiendo las novedades, los descubrimientos, las premoniciones, las promesas; todavía me es posible comprobarlo, pues todavía me llegan cosas de aquellos viajes." (p. 126)

Eudora Welty comenzó su carrera artística como fotógrafa, retratando el Estado de Mississippi, en La Gran Depresión. A través de esta afición recorrió, pueblo a pueblo, dicho territorio, conociendo a sus gentes y sus costumbres. Cuando comenzó a escribir relatos, era consciente de que "es imprescindible lograr cierta distancia, requisito previo en mi entendimiento del acontecer humano, para poder trabajar. Fue de ese modo, como si se tratara de un paso lógico [...] como di en hacer fotos con una cámara." Esto influyó, sin duda alguna, en su obra literaria, donde aplicó esa mirada fotográfica.
Encontramos en esta lectura, pues, muchas de las claves necesarias para entender la escritura, los personajes y algunos elementos de sus obras. Complementa la lectura la miscelánea fotográfica, pieza importante en la composición del puzle de toda biografía.

"Los acontecimientos felices de nuestras vidas se suceden en una especia de secuencia temporal, pero en lo que atañe a su significación se impone un orden propio: un orden no necesariamente cronológico. Incluso puede que probablemente no lo sea. El tiempo, tal como lo conocemos, halla a menudo su esencia en la cronología que teje los relatos y las novelas: el tiempo obedece al hilo continuo de la revelación." (p. 126)

Eudora Welty escribe La palabra heredada a los 75 años. Toma su calidoscopio, con nostalgia y fascinación a la vez, acerca el ojo y lo hace circular: emociones, personajes, viajes, lecturas que van componiendo figuras de colores, todas amadas por ella.

“Crecer constituye una lucha, envejecer supone desprenderse de algo después de haberlo poseído.” (p. 114)


Isabel Rojas Hernández.



  • Eudora Welty (Jackson, Mississippi, 1909-2001)
Fuente. 
Eudora Welty no sólo fue una de las más grandes escritoras del sur de Estados Unidos, también fue una consumada fotógrafa. Capturó la vida en Misissippi y Louisiana durante la Gran Depresión. Aunque es reconocida especialmente en su faceta literaria.

"Fue la primer escritora que vio publicada en vida su obra en la prestigiosa Library of America. Estudió en la Universidad para Mujeres de Mississippi. Continuó sus estudios lejos del Sur, en la Universidad de Wisconsin-Madison, y luego en la Universidad de Columbia."

"En 1936 apareció su primer relato Death of a Traveling Salesman, que llamó la atención de Katherine Anne Porter, quien se convirtió en su mentora."

"El primer libro de relatos de Welty fue Una cortina de follaje (1941)."

A su pluma se deben auténticos clásicos de la moderna literatura americana como Boda en el Delta (1946), El corazón de los Ponder (1954), Las batallas perdidas (1970) o La hija del optimista, que en 1973 la hizo merecedora del Pulitzer.

Reconocida maestra del arte del relato. Sus cuentos aparecieron en revistas como The New Yorker, The Southern Review, Atlantic Monthly o Harper's Bazaar.  

Lecturas-momentos/rincones lectores-verano 2015-2016

El Círculo de Lectura Irène Némirovsky-Librería de Mujeres lleva dos años abriendo espacio para recibir fotografías de lecturas de verano y/o de rincones/momentos de lectura. La misiva ha sido la siguiente: No tiene que salir la persona, sino que la lectura es la protagonista. Una fotografía de tu lectura es una recomendación para el resto. 

Y, por supuesto, las fotografías podían ser anónimas o con nombre, o con historia incluida (a petición de la persona que envía). 

Si son de escritoras, ¡¡tanto mejor!! Ya saben que, por aquí, leemos,conocemos -visibilizamos, en suma- a mujeres escritoras y, en general, de todas las disciplinas. 

Las fotografías han sido enviadas tanto al correo electrónico del Círculo: c.lecturalibreriamujeres@gmail.com, como por mensaje interno al perfil del facebook, quedando el siguiente resultado: 




















¡¡Gracias a todas las personas que han participado!! 


Isabel Rojas Hdez. 

 ;)
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Media naranja, naranja completa.

"¿Cómo explicarle que no deseaba perder su independencia emocional y que la independencia física era condición necesaria, aunque no suficiente, para ello?" (pág.164)


Sara Saavedra es una mujer herida. Una infancia transitada por el abandono, unida al desprecio de su tía -un personaje sórdido-, genera en ella cierta reticencia al compromiso afectivo. No obstante, eso no es un obstáculo para que sea una mujer libre, y lo es, precisamente, porque es consciente de los mandatos sociales que, por ser mujer, la sociedad le impone. De ahí, el largo proceso de deconstrucción. La libertad económica es crucial, desde luego. Lo decía Rosa Regás en su libro 'La desgracia de ser mujer', a saber: la libertad económica es la primera de las libertades.

Gajos de naranja es un relato sobre las relaciones de pareja, básicamente, sobre cómo nos vinculamos afectivamente  a otras personas, esencialmente, y cómo esas vinculaciones son, en muchas ocasiones, dependientes y, por tanto, insanas. Es un relato sobre comunicación, exclusividad y libertad.

"Raúl ocupaba un compartimento especial de sus emociones, pero ello no exigía tapiar los compartimentos restantes..." (pág. 179)

Sara es un personaje transgresor y, a la vez, condicionado por los miedos. ¿Son los miedos los que le llevan a a ser transgresora o la transgresión no es tal sino una extensión de su miedo?

"...hablaba de todas las máscaras que se colocan -o se les coloca a- las personas, desde las más superficiales, como el maquillaje, que pueden eliminarse mediante un complicado proceso de limpieza (veinte minutos justos tardaba la actriz), hasta aquellas que, como los roles sociales, son interiorizadas de tal manera que acaban siendo inseparables del rostro y, al arrancarse, dejan la calavera al descubierto, como ocurría en el escalofriante desenlace de la obra." (pág. 133)

Raúl es un personaje con muchas cualidades. Un personaje que cala, diría. Lo que me gusta especialmente de él es que se presenta como un hombre reflexivo que, sin embargo, tiene ideas, pensamientos y actitudes machistas. Y me gusta porque muestra una realidad: que todas las personas llevamos el machismo incrustado desde que nacemos, porque vivimos en una sociedad patriarcal que nos envía mensajes constantemente sobre lo que es ser un hombre y sobre lo que es ser una mujer (y sobre lo que no lo es, claro). El valor de Raúl reside en que hace una reflexión sobre todo ello -el personaje de la hija es también carismático, icónico, en tal sentido-, toma conciencia de su actitud machista y, es más, lo extrapola a la acción.

La autora, Jacqueline Cruz, intercala reflexiones a lo largo y ancho de la novela, rasgo de muchas escritoras; Irène Némirovsky es una de ellas, sin ir más lejos. Reflexiones interesantes y liberadoras sobre los estereotipos de género sobre los que se asienta la sociedad, sobre los mensajes que no dejan espacio a la libertad y a ser y mostrarte como sientes que eres.

Otra cuestión en la que he reparado es en esos modelos, fugaces pero claros, que aparecen en la novela, sobre otras orientaciones sexuales. Dentro del hartazgo de lo heteronormativo que inunda la narrativa de antes y de ahora, es un detalle que no me ha pasado desapercibido y que, incluso, he agradecido.

"Dos chicos cruzaron frente a ella por el sendero. Iban abrazados y reían como un rato antes ella y Raúl." (pág. 140)

Dentro de los mandatos, claro, no podía obviarse el de la maternidad, encarnado en los personajes de Jaime y María Elena, en su búsqueda incansable de dar respuesta a la presión social, colocando, incluso, la relación al límite por tener un/a hijo/a biológico/a, con el elemento (in)comunicativo siempre como punto a señalar.

"Las medias naranjas no existen, ni los medios kiwis ni los medios ananás. Existen sólo gajos, gajos de naranjas, con gruesas cáscaras y duras semillas que, si no se extraen con cuidado, pueden atragantarse y causar la muerte por asfixia." (pág. 255)

Estamos ante una novela no sólo para regalar(se) sino para utilizar como lectura de aula -y fuera de ella-, como material de reflexión muy interesante para el alumnado. Aviso a docentes.

Es una lectura que se muestra como una brisa, como un soplo de aire fresco entre tanto personaje estereotipado de la narrativa. Es un llamamiento a ejercer la libertad. Aunque hasta el último momento temí que Sara cediera, pero no, la autora sostuvo el personaje hasta el final.



Jacqueline Cruz

Doctorada en Lenguas y Literaturas Hispánicas por la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). "Es autora del libro Marginalidad y subversión: Emeterio Gutiérrez Albelo y la vanguardia canaria (Santa Cruz de Tenerife: Cajacanarias y Cabildo Insular de Tenerife. 1995) y de una treintena de artículos académicos de crítica literaria, cinematográfica y cultural. Ha coeditado, junto con Barbara Zecchi, el volumen La mujer en la España actual: ¿Evolución o involución? (Barcelona: Icaria, 2004).  y coordinado la sección monográfica "Género y violencia en las culturas hispánicas" de la revista La Nueva Literatura Hispánica (8-9)."




También ha traducido varios libros para la colección "Feminismos", de Cátedra, así como la novela de Seb Kirby Nunca claudiques. Durante sus años de residencia en Madrid (2005-2015), fue profesora de literaturas hispánicas en la Universidad de Nueva York en Madrid, impartió el curso "Género, cine y sociedad", patrocinado por el Instituto de Investigaciones Feministas de la Universidad Complutense, y dirigió un Club de Lectura de literatura estadounidense en el Instituto Internacional de España. En 2015 regresó a Tenerife, su isla natal, y en la actualidad se dedica exclusivamente a la traducción. 




Isabel Rojas Hernández.



Fuente: editorialcirculorojoescritores.org;Blog de Jacqueline CruzBiografía.

Cómo ser mujer, de Caitlin Moran.

"Creía que todos mis esfuerzos tenían que centrarse en ser fabulosa, más que en hacer cosas fabulosas" (p. 339)

"Las princesas nunca van en pandilla. No tienen colegas. Jamás quedan con amigos." (p. 344)

Cómo ser mujer recoge una de las consignas de Beauvoir, a saber: "no se nace mujer, se llega a serlo". Partiendo de ahí, la autora hace un recorrido por su adolescencia (le asiste su diario de entonces) a la par que ofrece una visión, en clave irónica -incluso mordaz, en ocasiones- sobre cómo, a través de qué tiranías, se construye el ser mujer.

"Pero que las mujeres vivan con miedo a envejecer, y utilicen trucos caseros  y dolorosos para ocultárselo al mundo no dice nada bueno de nosotros como seres humanos." (p. 336)

Si entramos en el tema feminismo, podemos decir con toda tranquilidad que es un alegato en clave menor, dado que la autora no parece muy documentada sobre el asunto. Tampoco lo necesita -haría bien en profundizar, eso sí - para dar un enfoque feminista a temas de fondo. Y eso es lo que hace.

Lo destacable de esta lectura reside en el verbo. Una voz -que además parece tener mucho tirón- se suma, se hace hueco, llegando quizás a sectores a los que el mundo académico no llega.  Cuestiones obvias las que se abordan, sí, pero que no por ello hay que dejar de mencionar.

"Estábamos tan ocupadas frotando y frotando que no pudimos hacer campaña a favor del voto femenino hasta que aparecieron las primeras lavadoras." (p. 28)

Caitlin Moran pisa terrenos interesantes -aunque, como decimos, sin profundizar, cosa que hubiera enriquecido mucho más la lectura- como los que siguen: cómo aprendemos que la menstruación es algo sucio, que hay que silenciar, esconder (y no ha variado mucho el asunto. En este punto, recomiendo El tesoro de Lilith); el hecho -preocupante- de que la educación sexual de los y las jóvenes deviene de la pornografía (muchas veces me he preguntado cómo sería nuestra sexualidad si nunca hubiéramos consumido pornografía); y, en general, aborda todas las tiranías por las que se supone que tenemos que pasar las mujeres para ser mujeres: la tiranía de las modas, la tiranía del pelo, el rasurado del vello púbico (una moda que adoptan algunas mujeres sin hacer una reflexión de por qué le damos a una vulva adulta el aspecto de una vulva infantil. Y ahí queda), la dificultad para llamar al pubis y a la vulva por su nombre (el brazo es un brazo, obviamente, las piernas, también, a cualquier parte del cuerpo se le llama por su nombre, salvo las que aluden a los aparatos sexuales. Habrá un motivo) y, por extensión, esa búsqueda absurda de nombres estúpidos que lo que están nombrando es, simplemente, la represión.

"Estar tirada en una hamaca, peinando delicadamente con los dedos tu coño peludo mientras miras al cielo, es uno de los grandes placeres de la edad adulta." (p. 61)

Más terrenos para transitar: la sempiterna misiva de las bodas, <<¡EL MEJOR DÍA DE TU VIDA!>>. ¡Tanto énfasis! Como si, a partir de ahí, se acabaran los días buenos. Es para, como mínimo, desconfiar del eslogan pues es, en sí mismo, disuasorio (diríase que en la letra pequeña del contrato se lee -nadie lo lee, ya, ahí el problema-: el mejor día, no tendrás más, aprovéchalo). Pero así es el patriarcado. Nos engatusa con prebendas que, si lo miramos con detenimiento, son parte de los barrotes de la celda. En cualquier caso, el proceso de adquisición inconsciente es laborioso y largo, y el de desintoxicación también. Transita la autora también por la discriminación que sienten las personas gordas en la sociedad (gordofobia), sobre los condicionantes de género en nuestra sociedad, sobre las mujeres y el amor.

Luego, por contra, cae en otras cuestiones: por ejemplo, no utilizar un lenguaje inclusivo; dar por sentado, hablando de una de sus hijas, que le gustarán los chicos (<<Y cuando llegue a la adolescencia y se vuelva loca por los chicos...>>).

Se adentra también en el tema de la violencia obstetricia, aunque no lo hace desde esta expresión. Relata su propia vivencia, con serenidad, pero también nombrando el dolor físico y psíquico que le supuso.

"Una comadrona sueca con cara amargada me examina mientras lloro sentada en la cama.
<<Esto es lo que ocurre a menudo con las mamás que quieren dar a luz en casa>>, dice, con cierta satisfacción" 
<<Acaban teniendo que venir al hospital para que les rajemos la tripa.>>" (p. 252)

Desmitifica la maternidad en sí misma. La menciona como lo que es, un acto de gran responsabilidad, con sus momentos agradables y, a la vez, con un coste emocional  cada vez mayor en una sociedad individualizada, en una sociedad en la que ser madre no tiene ningún valor real -más allá de ese ideal romántico que pueblan revistas y publicidad en general-.  La realidad nos dice lo contrario. La maternidad es motivo de discriminación (laboral, por ejemplo). Y, ya que estamos con el tema, ampliamos: en las entrevistas laborales, a las mujeres se les pregunta: ¿tiene usted intención de ser madre? ¿Piensa formar una familia? (a los hombres no se lo preguntan. Se presupone que un hombre siempre tendrá una mujer que le cuide la prole, en caso de tenerla). Este fenómeno -que podemos llamar paranormal, por muchos motivos- cobra especial virulencia cuando ya eres madre: y, si el niño enferma, ¿eso condicionará su asistencia al trabajo? ¿Con quién dejará a la criatura?

"De veras, todos los símiles que se me ocurren para los primeros años de maternidad tienen que ver con el pugilismo, la batalla y el coraje." (p. 260)

"La razón pro la que no se pregunta a los hombres cuándo van a tener hijos es, por supuesto, porque los hombres pueden seguir más o menos con su vida de siempre una vez que han tenido un bebé. Así sigue funcionando el mundo."

A destacar, en particular, dos cuestiones: una, el apartado que dedica al aborto, con un argumento que resulta más que suficiente.

"Sólo tras nueve meses de embarazo, un parto, alimentar al bebé, cuidarlo, tenerlo en brazos hasta las tres de la mañana, levantarse con él a las seis, extasiarte de amor y al mismo tiempo anegarte en llanto, entiendes realmente lo importante que es para un niño ser deseado. Cómo la maternidad es un juego en el que debes participar con toda la energía, buena disposición y felicidad posible." (p. 313)

"(...) porque sabía que hacerlo de nuevo -comprometer mi vida con otra persona- forzaría al límite, casi con seguridad, mis facultades y la idea de quién soy y quién quiero ser, y lo que quiero y necesito hacer. La idea de que, en una época anterior, o en otro país, podría no haber tenido elección sobre esto, me parece una barbaridad psíquica y emocional. 
Como escribe Germaine Greer en La mujer completa, <<convertirse en madre sin quererlo es vivir como una esclava o como un animal doméstico.>>" (p. 314)

Dos, cómo enfoca su visión sobre la muerte. Una cuestión fundamental, pendiente en nuestra sociedad: cómo nos enfocamos de cara a aceptar la muerte y, por consiguiente, dotar de sentido la vida, de un sentido, además, comunitario.

"La consciencia de la muerte te hace mejor persona: "Sólo cuando la mayoría de los habitantes de este planeta estén convencidos de que se están muriendo, cada minuto que pasa, empezaremos a comportarnos como seres conscientes, racionales y compasivos." (p. 331)

Hay, además, una pregunta que hace la autora que se planteó en tertulia: ¿qué hace a los hombres deseables para las mujeres? ¿Qué opinas tú?

"(...) vivimos en una época en la que realmente lo que hace a un hombre <<alfa>> es evitar peleas [...], ser divertido [...]."

En definitiva, al abordar todos los condicionantes de género mencionados, y otros, de lo que está hablándonos es del origen de la desigualdad.

"Pero como es natural, las personas que han estado psicológicamente machacadas no empiezan a hacer cosas gloriosas, seguras, ostentosas nada más ser liberadas. En vez de eso, se quedan pensando: <<¿Qué coño ha pasado?>>, intentando entender por qué ocurrió, intentando -a menudo- dilucidar si fueron ellas las culpables.
Tienen que averiguar cuál es su relación con el antiguo agresor, e idear nuevas estructuras de mando, si es que deciden tenerlas." (p. 292)


Isabel Rojas Hernández.

  • Caitlin Moran (Brighton, 1975)

Caitlin Moran

Columnista y crítica de televisión en The Times, en 2010 recibió el Premio de la Prensa Británica a la mejor columnista del año, y en 2011 a la mejora crítica y entrevistadora.

Escribió su primera novela, The Chronicles of Narmo a los quince años.

Cómo ser mujer es su segundo libro y "fue galardonado como libro del año en los Galaxy National Book Awards, y ha vendido en poco tiempo más de 40.000 ejemplares. Pero para récord, los más de 300.000 [personas seguidoras] que Caitlin Moran tiene en Twitter."

[Fuente: anagrama; compartelibros]

Zapatos Rojos contra la violencia de genero.

A esta orilla nos hacemos eco de la culminación, el pasado domingo 25 de octubre, de la Exposición Performance denominada Zapatos Rojos e inspirada en el proyecto artístico de Elina Chauvet.


Organizada por el Foro de Violencia de Género de Tenerife, ha sido expuesta en La Laguna, La Orotava, El Médano y, finalmente, en Santa Cruz de Tenerife, con la implicación de asociaciones y personas en general. 



Cada par de zapatos representa a una mujer asesinada por la violencia machista, a manos de su pareja o ex-pareja. Cada par de zapatos es una llamada de atención a la sociedad en su conjunto, a la falta de legislación y recursos eficientes. Es un Basta Ya


Esta última exposición de Zapatos Rojos ha estado marcada por tres asesinatos machistas más: el de Iris, en Santa Cruz de Tenerife, y el de dos mujeres en Málaga y Pontevedra





A esta última exposición siguió un acto organizado por la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género de Canarias (AHIGE), bajo el lema "El silencio nos hace cómplices", que consistió en una acción simbólica y emotiva, en memoria de las mujeres -también de los niños y las niñas- asesinadas por violencia machista, finalizando con la lectura de un manifiesto -del que extraemos unos fragmentos- y un minuto de silencio. 

"Hoy estamos aquí reunidos para pronunciarnos públicamente a favor de la igualdad y contra la violencia que muchos hombres ejercen sobre las mujeres. La violencia de género es una escandalosa realidad que cada día se extiende más y afecta a toda la sociedad."

"Los hombres no están aceptando el cambio y la libertad de las mujeres. Los agresores no son mayoría, ni mucho menos, pero, ¿y el resto? ¿Dónde estamos y qué hacemos el resto de los hombres?"

"Hacemos, desde aquí, una petición a todos los hombres: no miréis a otro lado, no sigáis tolerando en vuestro entorno ninguna situación de violencia, sexismo o discriminación hacia las mujeres. Es nuestra responsabilidad actuar allí donde se dé o se prepare el horror. Denunciad aquellos casos que conozcáis y apoyad, sin ninguna duda, a las víctimas; necesitarán de nuestra solidaridad." 


Como material de reflexión he recopilado lo siguiente: 
  • Ángela Martín, portavoz del Foro contra la Violencia de Género de Tenerife afirma que al educación es una baza fundamental para acabar con esta lacra que sufrimos: <<La prevención empieza por la educación.>>. También, la fiabilidad del protocolo de actuación.
  • Lectura del Manifiesto del F. contra la Violencia de Género de Tenerife, por el asesinato machista de Iris. 
Es necesario visibilizar nuestro rechazo hacia la violencia, hacia todo tipo de violencia y, en este caso, hacia la violencia machista específicamente. Porque no estamos al margen de lo que sucede tampoco fuera de las páginas de un libro. No lo estamos y no lo estaremos. Porque, a veces, desearíamos que ciertas realidades fueran pura ficción y, por tanto, más soportables. Pero no, son reales, y las sufrimos. Por consiguiente, las denunciamos.  


Isabel Rojas Hernández.

Kiki de Montparnasse.

"La escuela de la vida es seguro la mejor escuela y la única en la que deseaba pasar el tiempo." (p. 89)


Andre Kertesz-1927.
  Fuente. 
"En el año 2005, el editor francés José Corti recupera un texto peculiar, las memorias de una mujer que fue la musa del París de los años veinte." (Prólogo, p. 9) 

En febrero de 2013, inaugurábamos este apartado denominado Recortes, dedicado a visibilizar -rescatar del olvido, en ocasiones- a mujeres de distintas disciplinas. A mujeres, muchas, que, por serlo, tuvieron grandes dificultades para subsistir, vivir de su arte, decidir no ser madres -o serlo, y salir adelante-, etc., y todo ello en una sociedad patriarcal. Algunas de ellas contaban con el apoyo de amigos y amigas. En otros casos, en muchos de ellos, la sociedad, la familia, actuaron como zancadilla a su libertad. Puede ser el caso de Kiki de Montparnasse. 

Mirando esta fotografía resulta difícil pensar que esta persona tuvo una infancia en la miseria y una vida de dificultades, escasez y hambre. Y, con todo, fue un icono, entre 1920 y 1940, de la vida nocturna parisina.

"El único padre que vivía todavía era el mío, y me parecía tanto a él que su paternidad estaba fuera de dudas. El azar hizo que acabara viviendo en una bonita casa a pocos metros de la nuestra, que era miserable."

Por Man Ray, 1923. Fuente. 


Alice Prin (Châtillon-sur-Seine, 1901- Sanary-sur-Mer, 1953), más conocida como Kiki de Montparnasse, vivió con su abuela hasta los doce años, edad en la que fue enviada a París con su madre. Su infancia transcurrió en la miseria, tanto en la del abandono afectivo como en la económica. 

"Me crió mi abuela que, además de a mí, había recogido también a Marcel, Pierre y Jean -tres hijos de una tía que había muerto- y a Madelaine, una de las hijas de otra tía, la tía Laure." (p. 35) 

"Mi abuela tuvo que pasarlas canutas para alimentar tantas bocas hambrientas, tuvo que pasarlas moradas. A menudo nos echaba la bronca y nos gritaba, y nosotros le respondíamos gritando más fuerte todavía." (p. 35) 

"¡Querida y vieja abuela, eres el único recuerdo de mi niñez que evoco con emoción! Los besos de tu semblante arrugado y las caricias de tus manos rugosas fueron las únicas cosas agradables de mi." (p. 40) 

Una vez en París, la apuntan a la escuela pública de la calle Vaugirard. La maestra la sienta con los niños de siete u ocho años. "Después de un año, no sabía mucho más de lo que sabía antes de entrar; no comprendía nada de Cálculo ni de Geografía. La Historia, en cambio, no me desagradaba." (p. 49) 


Con trece años empezó trabajó en un taller de encuadernación. "Tras dos meses de hacer recados, me pasaron al taller de encuadernación. Mi primer encargo me entusiasmó: fue la encuadernación del Kamasutra." (p. 57)

Dejó el taller para trabajar como criada en una panadería. "Me daban comida, ropa y veinte francos al mes. Me tenía que levantar a las cinco de la mañana para vender pequeños panes calientes a los obreros que iban al tajo." (p. 69) La dueña le gritaba constantemente.

Lo que Kiki deseaba era sobrevivir y ser parte de los círculos artísticos. Con quince años, para poder comer, posa como modelo para un artista. En una de las ocasiones, la madre entra hecha una furia y la insulta. de modo que vuelve a trabajar en una casa en la que hacía labores de cocina, colada, plancha, desde las siete de la mañana hasta las nueve de la noche. Mucho trabajo por muy poco dinero. Tal y como se presentaba el panorama, volvió de nuevo a trabajar como modelo de artistas.

De la madre dice: "Nunca se portó como una madre conmigo y, sin embargo, yo la amé con todo el amor del que es capaz un pequeño ser que se encuentra desvalido en este mundo, que corre a lamer la mano de su amo como un pobre maltratado." (p. 66)

Fotografía tomada cuando fue proclamada
'Reina de Montparnasse'. 
Vivió la Primera G. Mundial. "Todas las noches nos despertaban las sirenas. Teníamos que apagar todas las luces y bajar a toda prisa al sótano. La primera vez que bajé, me encontré sola en un corredor húmedo. Los otros vecinos se habían instalado confortablemente allí y no había sitio para mí. Los podía ver por las aberturas de los tabiques de madera cómodamente dispuestos, comiendo sin parar. Me dolía el estómago del hambre. Cuando se tienen dieciséis años, se tiene apetito. Pero nadie se acercó a decirme: -¡Eh, pequeña! Entra, ven con nosotros." (P. 99)

Cantando el estribillo con un hombre al que acababa de conocer, él le dijo que su voz era interesante y ella pensó: "quizá podría ganarme la vida cantando." (p. 83) 

Además de cantar, bailar, ser vedette, financió una revista mensual que se llamaba París-Montparnasse. Tuvo una época de intenso trabajo. Le propusieron un contrato para ir a Berlín. "En Berlín, era la única estrella de un gran  cabaretTuve un éxito tremendo." (p 211)

La proclamación de 'Reina de Montparnasse' contaba con dos candidatas: Marie Wassiliev y Kiki. Al ser proclamada finalmente Kiki -y según comenta ella en esta autobiografía-, Marie W. nunca le perdonó, hasta el punto de no volver a dirigirle la palabra.

Escultura en bronce. Fuente. 


Montparnasse fue un barrio de París, Francia, situado  en el margen izquierdo del río Sena, centrado en la intersección del Boulevard de Montparnasse y el Boulevard Raspail. Montparnasse fue absorbido en el XIV Distrito de París en 1860.

En 1936 abre un cabaret para la Exposición Universal. También fue actriz: su primera película, en Francia, llevaba por título Galería de Monstruos.  En la noche parisina, entre artistas, encontró su lugar y, también, afecto y reconocimiento. Su familia elegida. 


El 25 de marzo de 1927 se inauguró la exposición de Kiki, presentando veintisiete cuadros."Pintaba acuarelas, pero no vendía ni una. Y pude encontrar un trabajo: una hora de limpieza en un taller de un fotógrafo que vivía con su mujer." (p. 89)

De las biografías, y autobiografías, siempre me resultan interesantes los nombres de las personas coetáneas. Así, en la autobiografía de Kiki, se encuentran nombres como: Amadeo Modigliani, Robert Desnos (gran amigo suyo), Hilaire Hiler (pianista), Man Ray, Crevel, Pévert, Desnot, Picabia, Picasso, Rigault, Chadourne, Vildrac, Dessaignes, Max Ernst, Aragon, Jean Cocteau, Chagal y Eisenstein (con estos tres últimos mantenía también amistad). Todos ellos, artistas con los que Kiki se reunía. Entre los artistas para los que posó están Moïse Kisling y Tsugurahu Foujita.


Kiki de Montparnasse. París, 1926.
Fuente. 

Existe una versión de su vida en cómic: Kiki de Montparnasse, de Catel Muller y José-Louis Bocquet. Madrid: Sinsentido, 2007.

Cómic sobre Kiki de Montparnasse.
Fuent

"La metáfora man-rayana es, en principio, universal y simple: la mujer es como un delicado instrumento musical; hace falta tocarla bien para producir sonidos exquisitos. Aquel que no sepa hacerlo, no conseguirá nada." (p. 13)

Fotografiada por Man Ray, 1921. Fuente. 


Superó el abandono materno, la miseria inicial, las drogas. Leyendo esta autobiografía y recordando la autobiografía novelada  Una mujer de recursos -leída en tertulia- no me cabe ninguna duda de que hablar de recursos no es lo mismo según la atalaya desde la que estés situada. Esta autobiografía de Kiki de Montparnasse bien podría titularse "Una mujer de altos recursos".

En la actualidad, su nombre sirve para vender ropa interior sofisticada en Nueva York y Los Ángeles. En Facebook hay una comunidad con su nombre. 

Fuente. 



"La muerte, entre los pobres, no es una catástrofe, como lo es entre los ricos. Cuando se ha luchado toda la vida por tener algo que comer, el gran viaje se considera una liberación." (p. 48)

[Fuente consultada y en la que pueden ampliar información: kikidm.comFotografías de Kiki de Montparnasseartículo de prensa digitalKiki de Montparnasse y sus pinturas]



Isabel Rojas Hernández. 

La excepción, Auður Ava Ólafsdóttir.

"La diferencia entre la vida y la literatura es más que nada que en la vida puede ser difícil determinar el momento en el que algo empieza a tener lugar." (p. 39) 


La excepción y Rosa Cándida son las obras debatidas en tertulia. Como algo excepcional, hemos debatido dos obras de una misma autora. 

La excepción, ambientada en Islandia, nos habla de algo consustancial a la existencia, a saber: el cambio (lo único inmutable, según Heráclito). Y, por extensión, nos habla también de la resistencia al cambio, originada por una educación basada en su negación.

"Porque hay que suponer el caos, lo aleatorio y el vacío en cualquier ámbito de la existencia- me dijo una vez mi matemático." (p. 55)

La protagonista pasa por un proceso de separación -con las consiguientes fases del duelo-, en el que se martiriza buscando razones lógicas. Su vecina, Perla -alter ego de la autora-, tiene una profesión más que oportuna. Dra. en Psicoanálisis, consejera familiar y matrimonial. Oportuna es su profesión y también sus reflexiones.

La clave puede estar aquí: "Ya ha pasado la mañana pero todavía está oscuro cuando me despierto y tardo un momento en recordar que el mundo quedó anoche patas arriba, que ya no hay una tierra firme bajo mis pies" (p. 33). La tierra firme no existe. El cambio, como elemento siempre presente, es uno de los grandes aprendizajes pendientes. Educar para el cambio es educar para la flexibilidad, una competencia que nos permite afrontar de forma más positiva, más óptima si se quiere, los embates de este mar muchas veces imprevisible. En un momento como el actual, por ejemplo, en el que muchas personas se ven abocadas a reinventarse (por pérdida del empleo en el que han permanecido durante años, quizá, por especialización en un sector actualmente en declive, etc.), abrir los ojos al cambio marca la diferencia entre la pasividad y la acción.

Conforme avanza la novela, en ese proceso doloroso de aceptación del cambio, la protagonista se va desintoxicando de ciertos mitos del amor romántico, reflejados en frases como: "...dos individuos que han decidido pasar su vida juntos" "(...)  me parece impensable imaginarme el resto de mi vida sin él." (p. 37) O topicazos del estilo: "Nos conocimos en un curso relacionado con el trabajo de ayuda humanitaria y yo supe enseguida, desde la primera tarde, que ése era el hombre con el que me quería casar y tener hijos. Me sorprendió mucho encontrar tan de repente al hombre de mi vida." (p. 118)

Artículo sobre la novela.
Perla es un personaje muy reflexivo y crítico. Es el punto de inflexión en ese discurso romántico que comentaba anteriormente, entrando en escena con frases como: 

"- Mucha gente se pasa toda la vida preguntándose cuándo es el momento adecuado para decir la verdad. Algunos no llegan nunca a ninguna conclusión. Es como en la creación literaria: una está constantemente luchando por saber cuándo hay que ralentizar el ritmo de la narración y cuándo hay que acelerarlo."

"El problema es que la  gente cree que el amor lo salvará todo." "La gente se niega a mirar la verdad a los ojos: que el mundo está lleno de cristales rotos y que el sufrimiento profundo agudiza la percepción y le otorga valor a la vida." (p. 64)

En realidad, todos sus personajes son muy reflexivos, el marido, el taxista, el fontanero, la madre de la protagonista...cada cual aporta su grano a la reflexión y superación del cambio que experimenta la protagonista y a la visión de la vida y las relaciones sentimentales, en general. En la voz de la madre, por ejemplo, la autora pone comentarios como: "Cuídate de no andar perdiendo el tiempo tejiendo y destejiendo los mismos puntos sin parar." o, cuando ambas hablan de la última vez que fueron a almorzar a casa del entonces matrimonio: "Me dio la sensación de que ya no encajaba en su propia vida." (p. 170). Sólo hay un personaje que queda como descolgado, el padre biológico de la protagonista, quien, al aparecer en escena a la mitad de la novela, crea quizás una expectativa de elemento sorpresivo siendo, finalmente, un personaje más que la autora incluye.

Nombra libros y autores, estratagema de muchos escritores y escritoras: "Coloca los libros sobre el edredón-Rilke, Auden, Edmund White, Shaw, Russell, Wittgenstein, Genet-, luego elige uno de ellos, lo abre y me lo pasa, con el dedo en un poema." (pág. 216) 

Además, en esta lectura encuentro pinceladas, con respecto a los hombres, que, en un principio, pueden parecer sexistas, pero que son, muy probablemente,  ironías, pues son muy tópicas. La obra de esta autora ha sido reconocida, entre otras cuestiones, por visibilizar nuevas masculinidades. Concretamente, por <<su creación de un nuevo paradigma masculino>>, algo que juzgará cada lector/a. También encuentro una denuncia social latente en torno a temas como las minas anti-personas y la venta de armas.

La narrativa de la autora, en esta novela, es descriptiva, muy visual, salpicada de ironía constante. Acelera y desacelera el tiempo a voluntad. Sus personajes, muy reflexivos, desde Perla hasta el taxista, también el fontanero.


Isabel Rojas Hernández. 


  • Auður Ava Ólafsdóttir (Reikiavik, 1958). Profesora de Historia del Arte en la Universidad de Reikiavik y directora del Museo de la Universidad de Islandia. 
Fuente de la foto.

"Es autora de varias obras entre las que destacan Tierra Levantada (1998) y Lluvia de noviembre (2004), con la que obtuvo el Premio Literatura de la ciudad de Reikiavik, entre otros."

Rosa Cándida, su tercera novela, recibió en 2008 el Premio Menningarverôlaun DV de literatura ,el Premio Fjöruverôlaun especializado en literatura femenina por <<el atractivo de sus múltiples capas de significado y su creación de un nuevo paradigma masculino>>, el Prix des Amis du Scribe (2011), el Premio Page des Libraires y el Premio de los Libreros de Quebec a la mejor novela extranjera. Finalista también del Premio Fémina Étranger, del Premio de Literatura del Consejo Nórdico, del Gran Premio de las Lectoras de Elle, del Premio de la revista Lire y del Premio FNAC de Francia."

"Rosa Cándida significó un gran éxito de crítica y de ventas, tanto en su país como en todos aquellos donde fue publicada."


[Fuentes: Alfaguaracompartelibros]


Calidoscopio literario. Calidoscopio de emociones.

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